Las nuevas tecnologías en el campo cinematográfico y sus emplazamientos geopolíticos : el 3D en Largo viaje hacia la noche (Bi Gan, 2019)

Abstract

Ingresé a la sala de cine. Tras haber recibido mi boleto de entrada, una trabajadora del recinto tomó unas gafas 3D de una caja repleta de éstas y, mientras me las entregaba, dijo se deben utilizar a la mitad de la función. La advertencia no dejaba de causar curiosidad. ¿En qué momento en particular? ¿Era tal el protocolo por default para la exhibición de la cinta alrededor del mundo? En cualquier caso, dejé los lentes a la mano y caminé hacia la butaca. Barthes (2009) mencionaba que, en el hecho de entrar a la sala de cine, preexistía una condición hipnótica debido a las características físicas de esa “caja opaca” ocupada por un grupo de espectadores. Por ahora dejaré de lado la parábola psicoanalítica2 para encaminar esa reflexión a partir de nuestro caso, y agregar a la oscuridad, al cono de luz y a la disposición corporal en las hileras de asientos, los anteojos anaglíficos. Añadidura que no opera bajo el encantamiento al que somos sometidos, como el que apunta Barthes, sino cual producción de sentidos que comienza en la repartición de los lentes. La caza de la señal —el estar pendiente de su aparición o la duda de haberla pasado por alto— deviene ineludiblemente un estado de alerta. ¿Qué tipo de indicio espero? El proyector ni siquiera se ha encendido y sin embargo la película ya ha comenzado. Y es que Barthes tenía razón al señalar que “no se sueña ante la película y a causa de ella; sin saberlo, se está soñando antes de ser espectador” (2009: 351). Si Barthes bien apuntaba que se puede salir del cine en busca de significados —para él, despegar con discreción— incluso desde el momento de entrar, es necesario abonar que, más bien, se entra y se sale en un juego constante que desborda la obra y la mirada, pues involucra los modos de poder decir y poder mostrar lo dicho. Estos ingresos y partidas conforman los (re)flujos apuntados a lo largo de la presente investigación. Así, este primer acercamiento ya nos habla de una configuración estética apoyada en la imagen en relieve, o mejor dicho, en todo el dispositivo circundante conformado por el anuncio del 3D, la sala, las gafas y la expectación. Actualmente, Largo viaje hacia la noche (2019)3, del director Bi Gan, está disponible en plataformas de streaming —Netflix y FilminEspaña—, donde se ha suprimido la cualidad del relieve4. Nos encontramos así con que las nuevas tecnologías se yuxtaponen con las características de los modos de exhibición y la oferta digital de las obras. De esta manera, la película permite ubicar el cúmulo de pugnas, porosidades e imbricaciones al centro del campo fílmico contemporáneo, de entre las cuales se plantearon los siguientes cuestionamientos: ¿qué implicaciones tienen las nuevas tecnologías y la digitalización en el medio cinematográfico?, ¿cómo operan las tensiones globales-regionales en los modos de producción, distribución y consumo?, ¿cuál es el panorama de la teoría cinematográfica respecto a lo político? y ¿cómo el 3D en la obra de Bi Gan configura un emplazamiento político?