Manual del librero con tenis : análisis de librerías comunitarias en el campo de las librerías

Abstract

En 1981 se publicó el Manual del arquitecto descalzo, de Johan Van Lengen, quien, a partir de un análisis a algunas condiciones específicas de América Latina, consideraba que el arquitecto descalzo es quien “diseña y construye edificaciones pequeñas en una comunidad, dirige a un grupo de personas que han decidido construir juntas una obra más grande para beneficio del pueblo”. Luego, el artista Felipe Ehrenberg lo utilizó como referencia para nombrar el Manual del editor con Huaraches, obra que aunque nunca se publicó oficialmente, sería la segunda edición de una guía de labor editorial con mimeógrafo que desarrolló con el equipo de H2O (Talleres de Comunicación Haltos 2 Ornos) para los seminarios de labor editorial en las escuelas normales de maestros y su programa piloto, que incluyó 16 escuelas rurales en 1980 donde se realizaron ejercicios de edición autogestiva. Estas dos obras tienen en común la concepción de prácticas colectivas en espacios de reflexión dialógica, donde la potencia política se encuentra en el cómo la práctica creativa permite la construcción de dispositivos y espacios en el imaginario comunitario, para producir narrativas al margen del discurso hegemónico, pero en discusión con este. Una parte importante de estos manuales, y especialmente en el segundo, es el aprovechamiento de los recursos tecnológicos disponibles para producir grietas en los sistemas hegemónicos, y así, formar espacios dialógicos desde y para la comunidad misma en la que se insertan estos dispositivos. En el caso del presente escrito, se hablará de tres casos de librerías físicas que siguen algunos ejes administrativos propios del modelo posfordista de organización del trabajo (es decir, no hablaré de prácticas alternas como el cooperativismo o la economía solidaria y asociativa, en el entendido de que se encuentran insertas en un modelo económico que les exige la producción de capital económico para subsistir). Sin embargo, dentro de sus prácticas cotidianas, buscan generar espacios comunitarios de subjetivación política frente a las relaciones con otras empresas y organizaciones libreras, institucionales e incluso gubernamentales. Así, he decidido llamar Manual del librero con tenis a este escrito, partiendo de la premisa de que el librero comunitario generalmente desempeña un papel multifacético en donde poco espacio queda para la elegancia de solo dirigir y administrar detrás de un escritorio, y mucho requiere de su agilidad y capacidad de adaptación, no solo para ir de un lado a otro, mientras divide su tiempo entre administrar el negocio, organizar eventos, atender clientela, curar los materiales que va a ofrecer a la venta, armar cajas y limpiar el almacén, o pagar a proveedores, sino, además y de manera constante, para imaginar dinámicas de integración comunitaria que permitan ver a la librería como un espacio de diálogo e intercambio con respecto a posturas políticas y éticas bien definidas, atendiendo necesidades coyunturales específicas de la comunidad e impulsando conversaciones que el mismo librero o librera considera importantes para fomentar la participación social y política, al final, trascendiendo la función de la librería como espacio de compra-venta de bienes. A pesar del título, nótese que este texto no pretende ser un manual per se, pues, si bien es posible encontrar y delinear pautas generales que los tres casos expuestos siguen y aplican, lo cierto es que no constituyen una serie de pasos a seguir al pie de la letra, pues la práctica comunitaria se caracteriza, precisamente, por moldearse de acuerdo con las necesidades, contexto y prácticas de cada comunidad en la que se encuentra inserta. Al respecto, es importante hacer una primera acotación reiterando que no se tocarán temas de economía solidaria, cooperativista o similares: se hablará de librerías para la comunidad, por sus fines; no de librerías de organización comunitaria.