Impacto de la imagen de la Casa de la Primera Imprenta de América en las Unidades Académicas

Abstract

Con la intención de conmemorar el XXV aniversario de la existencia de La Casa de la Primera Imprenta de América, la Universidad Autónoma Metropolitana, institución que la resguarda en comodato con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, organizó una exposición en la cual se muestra cronológicamente como fue evolucionando dicho inmueble desde su construcción en 1524, hasta nuestros días. Dicha exposición se convirtió en mi proyecto de servicio social, razón por la cual a continuación narraré las actividades que contribuyeron a que esta se llevara a cabo. En la actualidad el edificio anteriormente llamado Casa de las Campanas, alberga un Centro de extensión universitaria para la UAM el cual se encarga de promover actividades culturales relacionadas al mundo de la palabra y de la imagen impresa: las publicaciones, las artes gráficas, la literatura y la producción editorial, así como preservar las tradiciones de la cultura mexicana. La casa se ubica en Licenciado Primo de Verdad #10 esquina Moneda, en el Centro histórico de la Ciudad de México. Se construyó en 1524 por orden de Jerónimo Aguilar, un español que llegó a la antigua Tenochtitlan, el terreno fue precisamente una parte del templo de Tezcatlipoca, por lo que posteriormente fueron encontrados poco menos de 90 objetos arqueológicos, mismos que se exhibieron en su interior. Tiempo después de su edificación, esta construcción fue conocida como la Casa de las Campanas, pues según algunos documentos históricos de Joaquín García lcazbalceta, en este lugar se fundieron las campanas de la Catedral Metropolitana y además se instauró ahí la primera imprenta de la Nueva España. De acuerdo con estos datos, fue Giovanni Paoli quien fundó la imprenta en 1536 como parte del taller sevillano de Johannes Cromberger. Fue una propiedad de Fray Juan de Zúmarraga, quien impulsó también la imprenta mexicana y después fue comprada por Amalia Hernández de Rojas en 1939 y otros propietarios, sin embargo fue hasta 1981 cuando el Gobierno Federal la adquirió como parte del programa de Restauración del Centro Histórico. La casa estuvo en manos de diversas familias, que hicieron cambios en su arquitectura interior y exterior; es por eso que durante la restauración se desecharon cerca de 40 toneladas de material que fue agregándose a su estructura a lo largo de su existencia. Durante varios años la casa estuvo abandonada pero en 1989 el Instituto Nacional de Antropología e Historia hizo un convenio con la Universidad Autónoma Metropolitana para realizar el proyecto interdisciplinario de investigación y rescate de este inmueble. Finalmente fue adquirida por esta universidad en 1990.