El viaje termina, las marcas quedan : Estigmas hacia mujeres usuarias de drogas y su relación con los procesos de salud-enfermedad-atención

Abstract

La presente investigación, posicionada desde el paradigma de reducción de riesgos, daños y gestión de placeres y una perspectiva feminista, buscó analizar la incidencia de los estigmas hacia las mujeres usuarias de drogas en sus experiencias de vida, consumo de sustancias y relación con la atención en los servicios de salud. Para ello se realizaron entrevistas a profundidad a cinco mujeres que se encontraban realizando tratamiento en la Clínica Hospital de Especialidades Toxicológicas Venustiano Carranza (Ciudad de México) durante febrero del 2020. A pesar de que la investigación se vio interrumpida por la pandemia, se buscó que la muestra fuera lo más variada y representativa posible, con mujeres de distintas edades (entre 24 y 42 años) y niveles socio económicos; y con prácticas diversas de usos de drogas. Se encontró que los estigmas hacia las mujeres usuarias de drogas provienen tanto de su familia, como de sus pares, instituciones y profesionales de la salud. Particularmente, los estigmas generizados estereotipan a las mujeres usuarias de drogas como malas madres y promiscuas; acarreando como consecuencias un autoconcepto negativo de sí mismas, el ocultamiento de las prácticas de consumo y alejamiento de los servicios de salud. Es necesaria la formulación de políticas de drogas con perspectiva de género que se traduzcan en ofertas de tratamiento específicas y exclusivas para mujeres, promoviendo espacios seguros libres de violencias y discriminación.

This research, positioned from the risk/harm reduction paradigm and a feminist perspective, sought to analyze the incidence of stigmas towards women who use drugs in their life experiences, consumption and care. For this, in-depth interviews were conducted with five women who were undergoing treatment at the Venustiano Carranza Toxicological Specialties Hospital Clinic, during February 2020. Stigmas were found to come from both their family members, peers, institutions and health professionals. In particular, gendered stigmas stereotype female drug users as bad mothers and promiscuous, resulting in a negative self-concept of themselves, the concealment of consumption practices and withdrawal from health services. It is necessary to formulate drug policies with a gender perspective that translate into specific and exclusive treatment offers for women, promoting safe spaces free from violence and discrimination.