La peregrinación rocanrolera. Un proceso de vinculación de grupos misioneros de la institución católica con la comunidad rocanrolera

Abstract

Para Freud, el deseo constituye el motor del placer, de las aspiraciones, de las emociones y del apetito, el deseo es la voluntad de actuar, las ganas de hacer algo, es el deseo incluso de proponerse estudiar una maestría que te permita investigar un tema enraizado por acontecimientos vivenciales y por personajes que se han visto forzados a retirarse de la escena, claro si vemos la vida cotidiana como una metáfora teatral, justo como lo percibía Erving Goffman. Evidentemente está que estas fuerzas del deseo fueron para mí el motivo de la construcción de esta idónea comunicación de resultados. Dispuesta a satisfacer mi deseo, un buen día tomé los ganchos de mis recuerdos y comencé a tejer mis memorias juveniles, aquéllas que se entretejieron de múltiples anécdotas, recordando al actor principal de esta puesta en escena que influyó en la construcción de mi identidad y con quién experimente el periodo de mi adscripción en el mundo del rocanrol, decidiendo proponer ante la Maestría de Psicología Social de Grupos e Instituciones un proyecto de investigación cuyo abordaje psicosocial intentaba comprender el evento de la peregrinación rocanrolera, un recorrido al que inicialmente asistí no por creyente –¡y eso que provengo de una familia meramente católica!-, sino con la firme idea de poder socializar con la banda rocanrolera que se congregaba en el Municipio de Tlalnepantla. Durante el proceso de elaboración de esta investigación, hojeando algunas tesis percibí la nula descripción de las razones que impulsan a su elaboración, fue Rogelio Araujo autor de Barrios terapéuticos: identidades sociales y cura comunitaria, el que me inspiró a narrar la génesis de la elección de este tema, visualizándolo como una experiencia que ofrece claves para comprender el desarrollo de este trabajo envuelto por una lógica de enlazamiento entre el mundo profano y el mundo sagrado: Se dice que el cariño, la lealtad, el acompañamiento en situaciones desfavorables y prósperas tejen amistades que en el imaginario se sostienen del lazo de la inmortalidad, quimeras que se desploman cuando la muerte toca a tu puerta. Evocando capítulos de la infancia y de la adolescencia, la imagen de mi eterno camarada me permite redescubrir el gusto por el rocanrol, el acercamiento a la peregrinación rocanrolera y el interés por comprender el vínculo de la Iglesia católica con la cultura del rock urbano.