Significados del amor en las relaciones de pareja de jóvenes con educación superior

Abstract

En el presente texto, se piensa el amor desde la teoría de Cornelius Castoriadis, como una institución, tan importante como añeja, que ha servido como el ordenador de las dinámicas sociales (Castoriadis, 2006) y que en las sociedades occidentales es concebido como la creación de un ser superior, a quien se denominara Dios. Se hace referencia a “Dios”, así con mayúscula, puesto que en la sociedad mexicana, la estela cultural de la religión católica es innegable; no solo fue la religión oficial del país por más de cincuenta años, desde 1812, con la promulgación de la constitución de Cádiz, continuando en 1814 con la constitución de Apatzingán y en 1824 con la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, hasta la promulgación de las Leyes de Reforma en 1863 (Secretaría de Gobernación,2020) (Gamas, 2003) (Gutiérrez, S/F); sino que aun después de la separación de la iglesia y el estado, se conservan las festividades de la liturgia católica como días de asueto nacional (Navidad, Semana santa, Día de muertos, entre otras), las iglesias tienen condonados la mayoría de los impuestos (Servicio de Administración Tributaria, 2020) y con un 89.3% de porcentaje poblacional, en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010) es la religión más practicada en México. Hablar del amor en el contexto mexicano, obliga a explicitar su cercanía con la ley de Dios, por lo que en función de explicarlo se hace referencia a la concepción de mito como algo sagrado (Malinowski, 1948), el amor es en toda ley sagrado en la sociedad mexicana, más aún cuando se reconoce que la idea del amor romántico -aquel que atañe a la pareja y por lo tanto a la presente investigación- nace precisamente de la religión Católica - y todas sus variantes- que ha sostenido su domino sobre el mundo occidental (Illouz, 2009) y de forma muy específica en la sociedad mexicana. La vivencia del amor y todas sus instituciones concomitantes, de entre las cuales se prestará especial atención a la del género, están atravesadas por un imaginario religioso que impone su ley y que enviste a dichas instituciones como un mandato divino.